Cuando mis pensamientos no son los de Dios…

Mateo 16, 21-27.

Ciclo A, Domingo 22º durante el año

En el Evangelio del Domingo pasado escuchamos a Jesús llamar a Simón Pedro “roca”, sobre la cual edificará su Iglesia. Y le dio las llaves del Reino. Y hoy lo llama “Satanás”. De quien antes había dicho: “Feliz de ti, Simón, porque esto te lo ha revelado mi Padre que está en el cielo”, ver Mt.16,17. ahora dice: “Tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”. ¿Por qué estas palabras tan duras?

Nos podemos imaginar el impacto que les causó a los discípulos de Jesús el anuncio de que Él debía sufrir mucho y ser condenado a muerte. Algunos de los discípulos de Jesús habrán pensado que no habían oído bien. Las palabras de Jesús les parecían todo lo contrario de lo que ellos esperaban. ¿No hablaba Jesús permanentemente del Reino? ¿Y cómo iba a llegar ese reino si Jesús en lugar de hacerse coronar rey hablaba de ser condenado a muerte? Para ellos este anuncio era realmente incomprensible. ¡Él, el Mesías, el Salvador, maltratado y muerto!

Como nosotros sabemos que Jesús después de morir en la cruz resucitó, celebramos hoy su Pasión y su Muerte casi diría como la cosa más natural. Pero entonces no era algo tan simple. El Apóstol San Pedro no conocía la Resurrección, el final de la película, como se diría hoy. Él se imaginaba que si Jesús era matado, ello significaría que Dios no estaba con él. Por eso, Pedro lo tomó aparte a Jesús y se puso a reprenderlo. ¿Cómo el Hijo de Dios va a ser maltratado? ¡No puede ser! Amaba tanto a Jesús que no pudo oír hablar de sufrimientos y de muerte del Maestro. Con tal de ahorrarle los dolores al Señor, se puso a reprender a Jesús, como si él, Pedro, fuera el maestro y Jesús el discípulo.

¿Por qué Pedro se puso a reprender a Jesús?

No podemos negar que el sentimiento de Pedro era, a primera vista, piadoso. Sorprende y desconcierta que a veces también en el consejo bien intencionado de personas piadosas se esconde el poder del mal. Porque la realidad era que Pedro, sin saberlo y sin quererlo, se puso en el lugar del tentador. Sus palabras surgieron tal vez de un auténtico amor y de un gran entusiasmo. Pero eran para Jesús una tentación, porque representaban una forma de querer apartarlo de cumplir con la Voluntad del Padre. Los sufrimientos y la muerte de Jesús por nuestros pecados, pertenecen al camino misterioso por el cual Dios quiere salvar a la humanidad. Es por esa razón que Jesús trata tan duramente a Pedro llamándolo Satanás, tentador. Y no por casualidad usa las mismas palabras que en la escena de las tentaciones (Mt.4,1-11). El Señor le dice a Pedro que no cumpla con el rol del tentador. Al contrario, le repite el llamado que le dirigió a orillas del mar de Galilea (Mt.4,18s), para que se ponga detrás de Él y le siga.

¿Por qué Jesús lo llama a Pedro “Satanás”?

Jesús manifestó claramente que su camino hacia la gloria de la Resurrección debía pasar por el sufrimiento y la muerte. La reacción de Pedro demostró que su comprensión del misterio de Jesús: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” Mt.16,16., era todavía imperfecta. A pesar de la revelación que Dios le había concedido, seguía viendo en Jesús un Mesías glorioso a la medida de las expectativas de su tiempo. Jesús se manifestó como el Mesías pero como el Mesías sufriente, como el “Servidor doliente”, anunciado y descrito detalladamente en el libro del Profeta Isaías.

¿En qué se ve que la comprensión de Pedro de que Jesús es el Mesías, era todavía imperfecta?

Si los discípulos no pueden aspirar a ser más que el Maestro, deben estar dispuestos a lo mismo. La fidelidad en el seguimiento de Cristo significa frecuentemente dificultades, burlas y hasta persecuciones. Se trata de discípulos de un hombre que murió en la cruz. Pedro representa aquí a los cristianos de todos los tiempos, que se escandalizan ante las exigencias de Jesús, y que necesitan volverse a colocar en actitud de seguirlo. En nuestra vida debemos compartir el camino de Jesús, que es el camino de la cruz para llegar a la gloria.

La fe cristiana no es un seguro contra las dificultades ni los sufrimientos de la vida. No van bien encaminados los que buscan triunfos o beneficios para sí mismos. El discípulo de Jesús debe renunciar a vivir para sí mismo. Debe estar dispuesto a entregar, a gastar o perder la vida corporal para encontrar la vida eterna. Quien entrega su vida por sus hermanos, la ganará para siempre. El discípulo no debe tener miedo a arriesgar todo por Cristo. Tampoco ha de poner su confianza en las riquezas, porque lo que contará será cómo haya vivido su entrega a la Voluntad del Padre.

¿Qué significa ser discípulos de Jesús quien murió crucificado?

Cuando nos toca asumir una parte de la cruz, fácilmente nos quejamos: “¿Por qué me pasa esto a mí?”. Nos pasa porque estamos caminando junto al Señor, y Él nos pide que le ayudemos a llevar la cruz. Y cuando sufrimos no lo hagamos como Pedro, el que parece pasó por alto el anuncio de Jesús que iba a resucitar al tercer día. Nuestra cruz no termina en el sufrimiento y la muerte, sino por estar unida a la de Jesús, desembocará en la gloria de la Resurrección.

Una respuesta a “Cuando mis pensamientos no son los de Dios…

  1. «CUANDO NUESTROS PENSAMIENTOS NO SON LOS DE DIOS,SOMOS PRESAS FÁCILES DEL DEMONIO,NUESTRAS DEFENSAS SON DÉBILES Y EL LADRÓN NOS PUEDE SORPRENDER,ORAR Y ESTAR EN COMUNION PERMANENTE CON DIOS EVITARÁ QUE LA TENTACION SE CONVIERTA EN PECADO»

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